Nuestra subjetividad se configura a través de nuestro cuerpo socializado, pero más allá de éste ser un medio, es el lugar en el que se inscribe lo que somos, lo que hemos sido y lo que seremos.
Era tan obvio tener cuerpo, que parecía no merecer un análisis al respecto. Nuestro cuerpo invisible habla, emerge a través de los intersticios, grita, gime y llora. Se hace tatuaje, poesía, rito y enfermedad. Se hace sexo, dolor, estética y discurso. Lejos de ser una masa de carne, sangre y tendones, lejos de ser la anatomía, el cuerpo es una construcción social que merece un espacio de reflexión y de análisis.
viernes, 8 de diciembre de 2006
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